Por: Alejandro Peña Esclusa
Una semana antes del referéndum, el Régimen hizo circular un ridículo y estrambótico “Memorando de la CIA” –evidentemente elaborado por el oficialismo– en el que se hacía referencia a una “Operación Tenaza”, supuestamente dirigida por el “Imperio”, para impedir la reforma constitucional.
Esa absurda operación nunca existió. Pero, sin planificación, ni coordinación alguna, en la práctica funcionó otra operación, también tipo tenaza –es decir, en dos flancos– para forzar al oficialismo a reconocer la voluntad popular.
Por un lado, las fuerzas opositoras que votaron por el No, cuidaron mesas, recabaron actas, contabilizaron votos y acudieron al CNE para hacer valer los resultados. Por el otro lado, la amenaza –clara y tangible– de salir a la calle para protestar en todo el territorio nacional, en caso de materializarse el fraude.
El Régimen, acorralado por el triunfo del No y por la negativa de los militares a reprimir la protesta legítima, se vio obligado a aceptar los resultados, aunque maquillados para no aparecer tan contundentes.
Días antes del 2D, el Régimen inició una histérica campaña en mi contra, basada en todo tipo de calumnias, y atribuyéndome una importancia y un poder de convocatoria que no tengo.
La excusa fue un video –a mi parecer inofensivo– que reseña un foro democrático, en el cual aparecen Leopoldo López y este humilde servidor. López presentó su punto de vista –diferente al mío– y yo presenté la tesis de la “candelita”; aclarando –como siempre lo hago– que se trataba de una protesta pacífica, democrática y constitucional, para hacer valer la voluntad popular.
En realidad, la protesta sí estaba planteada, pero no por mi inexistente poder de convocatoria, sino por el rechazo mayoritario a una Constitución comunista, impuesta a través del fraude electoral.
En medio de su paranoia, el Régimen pensó –equivocadamente– que López y yo trabajábamos en un esquema conjunto, y eso lo asustó. El oficialismo siempre ha presionado a los partidos políticos para que se deslinden de la mal llamada oposición radical, y así negarles la capacidad de respuesta en la calle.
La lección es ésta: hay que mantener la lucha democrática, pero siempre respaldada por la posibilidad de activar la protesta popular. Ésa es la única combinación a la que el Régimen verdaderamente teme.
Por mi parte, estoy profundamente feliz y agradecido de que no se haya desatado la violencia y de que podamos celebrar una Navidad en paz. El próximo paso es exigir la liberación de los presos políticos.
Aprovecho la oportunidad para felicitar a quienes, dentro y fuera del país, presionaron a Chávez para que reconociera los resultados. También quiero felicitar –de todo corazón– a los héroes anónimos, que no aparecen en los medios de comunicación, pero que estaban dispuestos a defender la voluntad popular en la calle, de manera pacífica, democrática y constitucional; pero también de manera firme, valiente y patriótica.
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