Cuba: entre la esperanza y el miedo
Estados Unidos no quiere imponer su modelo en Cuba.
¿Cómo sería vivir en un paraíso tropical, pero estar excluido de sus playas más hermosas, o vivir a pocas cuadras de elegantes restaurantes, sin poder cenar en ellos; estar obligado a conseguir un permiso del gobierno para comprar un vehículo, alquilar un apartamento o salir de la provincia donde uno vive; ser espiado por los vecinos y estar obligado a participar en “actos de repudio” contra vecinos que han desobedecido las restricciones gubernamentales? Bienvenido a Cuba.
Vaclav Havel, ex prisionero político, líder de la llamada revolución de terciopelo en Checoslovaquia y finalmente presidente de una república independiente, planteó en cierta ocasión que los regímenes totalitarios temen y encarcelan a los disidentes porque representan el potencial que tiene la libertad humana. Los regímenes que gobiernan con mentiras, miedo e intimidación no toleran a las personas que permanecen fieles a sus convicciones y aspiraciones. Aquellos que se atreven a cuestionar estos regímenes se encuentran en la cárcel. En la Cuba de hoy languidecen en las cárceles más de 300 presos políticos.
En marzo de 2003 el régimen cubano detuvo y encarceló a 75 miembros de la sociedad civil democrática de Cuba por “delitos” como la convocación de seminarios sobre la Declaración Universal de Derechos Humanos, la administración de una biblioteca y la redacción de artículos no censurados, ensayos y poemas sobre la vida en Cuba. En junio de 2005 otros fueron arrestados por organizar una protesta frente a la embajada de Francia.
A algunos de estos prisioneros que se encuentran en estado de salud delicado se les ha concedido la “libertad provisional” condicionada a su comportamiento. Muchos de ellos, como Marta Beatriz Roque, han sido objeto de acoso, intimidación y ataques violentos fuera de la cárcel. En las últimas semanas, el régimen ha puesto en libertad a algunos disidentes muy conocidos, mientras que otros han sido golpeados y detenidos. El mensaje es claro: el régimen no tolerará ninguna actividad política independiente que socave su capacidad para controlar el futuro de Cuba.
La represión sistemática de la disensión debe ser inaceptable en un hemisferio que ha declarado, por medio de la Carta Democrática Interamericana, que “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”. Debe ser inaceptable en una comunidad de países democráticos que se ha comprometido con las libertades fundamentales y la libertad política. El pueblo cubano se merece la oportunidad de elegir a sus líderes al igual que hacen el resto de los pueblos del hemisferio.
Estados Unidos no quiere imponer su modelo en Cuba. Parafraseando a la secretaria de Estado Condoleezza Rice: no se puede imponer la democracia, pero sí se puede imponer la tiranía. Como dijo en fechas recientes: “Si uno le pregunta a la gente: ‘¿Quieres vivir en una sociedad donde tengas voz y voto para decidir quién será tu gobierno, donde puedas educar a tus hijos –niños y niñas–, donde puedas expresar tu conciencia, donde puedas practicar tu credo libremente, donde puedas asociarte para defender tus intereses, es decir, lo fundamental de una democracia?’, la mayoría respondería que sí”. Si uno pregunta esto en Cuba acabaría en la cárcel.
Cuando Fidel Castro cayó enfermo, trasladó el poder a su hermano y a un pequeño grupo de personas que representan la burocracia y las instituciones del Estado totalitario cubano. Se han estado preparando para este momento desde hace años, mejorando su vigilancia policial interna, aumentando la censura, bloqueando el acceso extranjero a la sociedad civil democrática cubana y cerrando cualquier otro espacio independiente que hubiera en Cuba.
En este momento de incertidumbre, Cuba se encuentra entre la esperanza y el miedo: esperanza de que haya una apertura política que desemboque en una Cuba libre y democrática, lista para recuperar su lugar entre los países democráticos del continente americano; miedo a que el régimen intente perpetuarse, con los privilegios de sus élites, a través de mayor represión y encarcelamientos, profundizando así el aislamiento del pueblo cubano.
Es el momento que la comunidad internacional le diga al pueblo cubano que se solidariza con sus aspiraciones democráticas y que dará todo el apoyo político y económico necesario para que esas aspiraciones se hagan realidad.
El primer paso que debe dar la comunidad internacional es pedir al régimen que ponga en libertad a los presos políticos, que frene el acoso, que restablezca los derechos políticos y económicos individuales y que emprenda la senda que lleva a elecciones libres. Las autoridades cubanas y el pueblo cubano tienen que entablar un diálogo sobre el futuro democrático de la isla. Esperamos que llegue el día en que el pueblo cubano disfrute de las mismas libertades que disfrutan los ciudadanos en las democracias en todas partes.
* Secretario de Estado Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Departamento de Estado de los Estados Unidos.
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