Tuesday, September 18, 2007

Rey Midas al revez

Enfermo en un hospital en Cuba.
Foto de The Real Cuba

Los reyes de la bazofia
José Hugo Fernández García
CUBANET


LA HABANA, Cuba - septiembre- En momentos en que los cubanos de la Isla padecen todas las penurias y falta de esperanzas que derivan de un gobierno atroz, "Cuba" (nombre usurpado por el régimen para denominar su sistema de poder sobre y contra el pueblo) se dedica a hacer política a través de aparatosas donaciones a otros países.

Algunos ingenuos y muchos fariseos de allende los mares elogian, deslumbrados, nuestro espíritu solidario y nuestra voluntad de sacrificio. Millones de hijos infelices y abandonados de Latinoamérica parecen no hallar (o no buscar) otro destino más que el nuestro. En tanto, nosotros soñamos con ser libres aunque sigamos siendo pobres, nada más. Y así va el mundo, como el carpintero loco: un martillazo sobre el clavo y cientos sobre los dedos.

Recientemente "Cuba" ha donado al hospital de Clínicas de la Paz, el mayor y más antiguo sanatorio de Bolivia, un Ecocardiógrafo tridimensional de diseño francés y última tecnología, valorado en más de 300 mil dólares, para la realización de muy sofisticadas pruebas cardiológicas y de otro tipo.

También entregó a ese hospital un moderno analizador hematológico, totalmente automatizado, capaz de analizar en apenas una hora hasta 120 muestras. El equipo determina de 8 a 36 parámetros primordiales para detectar diferentes patologías y establecer un tratamiento adecuado al paciente.

Entre las últimas donaciones de este orden, sólo en materia de equipos médicos, se cuentan 4 centros de atención oftalmológica entregados a Honduras. Así como un centro de diagnóstico y una unidad de cuidados intensivos, a Dominica, equipamientos que modernizan los servicios médicos y evitan los traslados de pacientes hacia estados vecinos del Caribe.

Son apenas dos o tres datos extraídos al azar entre muchos, demasiados, que fluyen en torrente imparable, con sospechosa insistencia para cualquiera que esté dispuesto a mirarlos con ojo racional y honrado. Todavía más para quienes conocen, aunque sea parcialmente (y aun cuando no lo sufran), el desastre que tiene lugar ahora mismo dentro de nuestras fronteras.

Por ejemplo, en el hospital habanero Calixto García, también uno de los mayores y más ilustres de Cuba, podría ser tomado como referencia (casi al azar, entre otros muchos) el pabellón Fortum, de Cirugía, destinado a pacientes con politraumatismos y que han sido sometidos a operaciones de urgencia quirúrgica. Allí no hay agua corriente, sólo en algunas horas del día, cuando los acompañantes de los enfermos deben aprovechar para acumularla en un tanque sin las condiciones mínimas de higiene, o en recipientes que llevan desde sus casas, para luego destinarla a los más diversos usos, desde la descarga del inodoro hasta el aseo personal de los enfermos.

Tampoco hay ropa de cama. Los familiares tienen que cubrir por su cuenta esta necesidad. Igualmente, deben llevar ventiladores eléctricos que propicien al enfermo un alivio de ventilación dentro de aquella asfixiante y contaminada atmósfera.

Las camas fowler del pabellón están rotas, asunto grave si se tiene presente el estado físico de sus ocupantes. También están rotas en su generalidad las ventanas del local. La comida (para los enfermos, claro) es como rancho de barco negrero . No hay más agua para beber que aquella que los familiares transportan en pomos plásticos desde sus hogares y que deben conservar días y noches a la temperatura ambiente del pabellón, o sea, caldeada, como miasma de pantano.

El pabellón Fortum, de cirugía, está ubicado en un segundo piso. Su única vía de acceso es una escalera tan empinada y escabrosa como la de Babel. Los malabarismos de los camilleros para subir y bajar a cada enfermo (ninguno puede hacerlo por sus pies) constituyen un espectáculo que parte el alma.

Por cierto, tales camilleros, con sus ambulancias, forman parte de un sistema de primeros auxilios organizado por unidades de atención médica múltiple al nivel de municipios, al menos en la capital. Este sistema, al que llaman SIUM, configura una de las no pocas ideas válidas, incluso muy efectivas conceptualmente, que luego se malogran en la práctica, por obra y gracia del burocratismo centralizador y la paranoia totalitaria que nos aplastan hoy, para todo y en todos los sitios y circunstancias.

Bastará con un detalle a manera de ilustración: cuando un paciente ingresado en el pabellón Fortum del Calixto García recibe el alta médica, como no pude valerse por sí mismo, está obligado a depender de los servicios de ambulancia del SIUM. Entonces ocurre lo insólito. Este servicio debe ser solicitado con 24 horas de antelación. Sin embargo, a nadie, absolutamente a nadie le está permitido conocer 24 horas antes cuándo le van a dar el alta médica.

El caso recuerda la tan repetida leyenda del rey de Frigia, Midas, facultado por un dios para convertir en oro todo cuanto tocaba. Lo malo es que entre nosotros ocurre al revés. Los reyes de "Cuba" sólo parecen ser capaces de seguir convirtiendo en bazofia todo lo que tocan

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