Sunday, September 2, 2007

Inmersión en el Matrix cubano


La Razon Espana

Inmersión en el Matrix cubano
La disidencia interna rechaza el acercamiento del Gobierno español al Ejecutivo comunista ? El sistema cubano no presenta síntomas de cambio desde dentro ? La legitimidad del régimen de Fidel disminuye día tras día entre los jóvenes
Luis Margol


La Habana- Movido por una mezcla de morbo y curiosidad, decidí viajar a Cuba para disfrutar del sol, las playas y la salsa, y de paso visitar a algunos miembros de la resistencia democrática. Pensé que mis visitas a otras naciones iberoamericanas y mi larga temporada en India me habrían curado de espanto. ¡Craso error! El periplo comienza en una parroquia, donde entrego un surtido de productos de higiene personal, libros de texto y de lectura. La limpieza del lugar contrasta con la desolación circundante: fachadas y balcones carcomidos, escombros y ruinas entre las que familias enteras habitan con el consiguiente peligro para su vida. Me pregunto si los turistas disfrazados de revolucionarios que pululan por La Habana Vieja, un barrio convertido en tiendas y cafeterías de lujo estatales gracias a los fondos de la ONU destinados a vivienda social, saben por qué tantas áreas de la ciudad, bellísimas hace cincuenta años, parecen en la actualidad zonas de guerra. «La Habana, de avanzadilla de Europa al corazón de las tinieblas» se me antoja como título para una exposición fotográfica retrospectiva de un país que más tiene que ver con la Corea del Norte estalinista o el sultanato marroquí que con cualquier sistema avanzado. Cerrazón Ésta es la percepción de la mayoría de los demócratas que vi. En general, opinan que no existe en el régimen propósito de cambio y que las esperanzas suscitadas por la enfermedad de Castro son infundadas. Por ejemplo, el discurso de Raúl del 26 de julio, conmemoración del Asalto al Cuartel de Moncada, fue censurado por los medios de comunicación debido a su referencia a la escasez de leche. Además, a los pocos días Fidel aseguraba en el diario «Granma» que partido y Gobierno caminaban unidos, y que de democracia, nada. Todo esto a pesar de que la legitimidad del régimen disminuye cada día, especialmente entre los jóvenes, quienes desde la célebre aparición televisiva de Fidel en chándal han renunciado a llevar prendas de la marca exhibida por el líder. Sólo los peregrinos extranjeros lucen camisetas del Che. La población local prefiere imitaciones de marcas extranjeras y motivos norteamericanos. Sin embargo, nadie propone reformas. Tal vez -sólo tal vez- haya miedo a terminar como los demócratas, cuya salida del Matrix socialista les ha salido bien cara. Es el caso de Vladimiro Roca, (Partido Socialdemócrata) quien sufre las consecuencias de su crítica frontal a la Revolución. Cárcel y ostracismo aminorados por unas pizcas de apoyo internacional -«muchos europeos han sido chantajeados por el régimen tras sus estancias en Cuba»-. Entre otros menciona a Gaspar Llamazares y a Pedro Almodóvar, cuyo filme «Mujeres al borde de un ataque de nervios» todavía se exhibe en un cine de La Habana. Como otros, Vladimiro se siente decepcionado por la postura favorable al régimen de Zapatero y Moratinos -«estoy encabronado»- y no comprende que nuestra Embajada se niegue a facilitar Prensa y acceso a internet a los demócratas, algo que sí hacen otras. «Sabemos que Moratinos no representa al pueblo español». Así inicia nuestra conversación Laura Pollán, miembro de Damas de Blanco y esposa del periodista y preso político Héctor Maseda. Como miles de habaneros, esta mujer vive sin agua corriente -«la obtengo de la alcantarilla a través de un tubo y una pequeña bomba»-. Todos los domingos, y tras la misa de las 10:30 en Santa Rita, el grupo de Laura desfila por las calles de la ciudad exigiendo la liberación de los presos políticos. «Damas de Blanco» tiene vocación de movimiento de protesta social, hoy a favor de los presos, mañana para denunciar otras injusticias como el racismo -«nos dicen: mira, si incluso hay negras; las hicimos personas y así lo agradecen»-. Laura está desilusionada por la postura de la jerarquía católica de Cuba, cuyo discurso se ha tornado acomodaticio y descafeinado. Se despide lamentando el deseo de tantos cubanos de emigrar debido al ambiente opresivo y a la pobreza: «Como dijo Martí, cuando un pueblo emigra, los gobernantes sobran». José Antonio Sánchez, periodista independiente, también habla de racismo. Se queja de la utilización de este prejuicio por la Prensa y la Policía y piensa que la Revolución ha enquistado y congelado este tipo de fobias. Además, los negros son los más pobres, los más incultos y los que más sufren los abusos de la seguridad del Estado. A Oswaldo Payá, el autor del Proyecto Varela, un plan de reforma política «de la ley a la ley» basado en el cumplimiento de la Constitución que permitiría la convocatoria de elecciones multipartidistas, también le preocupa la desigualdad. Este hombre, premio Sajarov de Derechos Humanos -«me llaman sicario cuando ni siquiera me permiten trabajar; incluso mi casa ha sido saqueada por personas pagadas por el régimen»-, aconseja observar el machismo rampante, evidenciado entre otras cosas por la inexistencia de ocio femenino autónomo más allá de las jineteras, otra forma de decir prostitutas. Una de las características de la Cuba revolucionaria es que allá nada se llama por su nombre. A pesar de la propaganda, el socialismo no ha hecho sino convertir a las mujeres en mano de obra barata y susceptible de utilización sexual forzada. Oswaldo me parece un hombre lleno de sentido común y poseedor de una modestia admirable: «No somos héroes... no estoy de acuerdo con las versiones románticas que algunos de sus compatriotas dan de estas visitas». Lo mismo cabe decir de Elizardo Sánchez, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional. Muestra el mapa carcelario del país, multiplicado desde la Revolución e inaudito en un país de ese tamaño y población. Con tan solo 11 millones de habitantes, Cuba tiene más presos que España. Repaso la lista de las últimas detenciones y observo que abundan los casos de piratería, sabotaje y desacato -comentarios considerados ofensivos para la Revolución- así como insultos al Estado y peligrosidad social, que incluye desde forma de vestir hasta la música que se escucha. Ayuda a los presos Elizardo, cuyo domicilio también ha sido asaltado por los afines al Gobierno, anima a los observadores internacionales a desconfiar del castrismo, se queja de la actitud distante de Trinidad Jiménez y comenta la falta de medios para hacer un seguimiento completo de los presos. Añade que las últimas liberaciones no se deben a ninguna gestión española, sino que son consecuencia del cumplimiento de las condenas por parte de los reos. «Al rato paseábamos por el Malecón despidiéndonos. Nunca más nos veríamos. Ya me había dicho que le dolía mucho ver tanta miseria y tanto teatro político para disimularla». No consigo quitarme de la cabeza estas frases de «Trilogía sucia de La Habana», una ciudad dividida en dos, la real y la virtual situada en los barrios más allá del puente de Almendrares, donde viven los diplomáticos y muchos altos cargos del gobierno. Más pegadiza que una canción de Eurovisión y más lacerante que afeitarse con una cuchilla mellada y sin espuma -espuma de afeitar, pasta de dientes, lejía, jabón, leche, carne… la lista de productos de uso diario convertidos en artículos de lujo es interminable- la cita se me antoja incluso algo benevolente. La pobreza es uno de los temas de mi conversación con el economista Óscar Espinosa Chepe. En su casa hablo por teléfono con un preso cuyo nombre no consigo recordar -se aconseja no tomar notas durante las conversaciones- y leo una cartilla de racionamiento que no cubre ni de lejos las necesidades mínimas de una persona. Esto y un sueldo medio de 30 dólares, la inflación y la imposibilidad de ganarse la vida al margen del Estado explican el aumento de la delincuencia, la quiebra de la solidaridad y la inmoralidad. Son las menores prostituyéndose en el Malecón -la «tailandización»- y las historias de padres que abandonan a hijos, de hijos que roban a sus padres, de padres que prostituyen a sus hijos. Como dice el periodista J. Antonio Sánchez, con sueldos así, la historia de la educación y sanidad gratuitas parece un sarcasmo: «En realidad, uno las paga varias veces, y encima son de calidad ínfima». Los cuerpos escuálidos, los minusválidos sin ortopedia y los carteles donde se lee «por fabor (sic)», -en ningún lugar de América Latina he visto tantas faltas de ortografía- bastan para confirmar los embustes del régimen. El eterno embargo En otro orden de cosas, la opinión de los demócratas sobre EE UU suele ser favorable, a pesar de que consideran que la retórica de algunos líderes políticos norteamericanos se presta a las manipulaciones castristas. Escucho decir: «El embargo es malo, pero peor es el embargo del régimen contra los cubanos», y «EE UU es el sexto socio comercial de Cuba, sin incluir las remesas de Miami». En la calle me cruzo con un hombre que porta grandes sacos doblados en los que se lee «Rice, US». Recuerdo los discursos de los hermanos Castro y no puedo evitar pensar que quizá la desdicha actual de los cubanos se haya construido a golpe de decreto, y que su miseria sea tal vez directamente proporcional al carisma... y ¡ay del que proteste!http://www.larazon.es/caballo.htm

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