Tuesday, September 18, 2007

Fusiles contra el pueblo





Emiro Albornoz León / Periodista

emiroalbornoz2@hotmail.com

Es mentira de Hugo Chávez el anuncio de la compra de cinco mil fusiles ruso Dragunov con mira telescópica, para tenerlos listos contra los imperialistas que se atrevan a asomar las narices por acá: "Pum, y listo", como lo expresara en una de sus últimas peroratas de Aló, Presidente.

Pura habladera de paja y alardes de una valentía que no existe, porque ya conocemos la conducta del tipo en situaciones donde peligre su vida, y no es otra que la de entregarse, veloz y raudamente, sin escuchar siquiera la primera pedida. Como ejemplo palmario están los hechos del 4 de febrero de 1992 y 11 de abril del 2002.

Ya hemos dicho en anteriores oportunidades que Hugo Chávez se parece mucho a Saddam Hussein, no solamente en sus condiciones despóticas y dictatoriales, sino en cuanto a las amenazas que a cada instante profería contra "los infieles gringos", y a la hora de la verdad salió a esconderse en una machorrera, de la cual fue sacado para ser conducido a su bien merecida ejecución por los crímenes cometidos contra su propio pueblo.

Pero vamos al tema. Los fusiles serán usados en el momento cuando haga implosión el desastre revolucionario y no pueda seguir entregando las dádivas que son las misiones, con las cuales ha pretendido ponerle un bozal a los sectores populares del país.

Ese momento va a llegar más temprano que tarde, porque la realidad histórica nos dice que todas las naciones que han caído en la desgracia del comunismo, lo único que han conseguido es la destrucción de la economía, pérdida de la libertad, persecuciones, hambre y miseria; y Venezuela, a pesar de los altos ingresos petroleros, no será la excepción.

Y es entonces, cuando el pueblo salga a la calle, cansado de subsistir y sobrevivir, ejerciendo sus derechos constitucionales, para pedirle la renuncia a Hugo Chávez por el desastre causado al país, ya no habrá soberano y Chávez ordenará la salida de esos fusiles, de los tanques y todos los pertrechos de guerra con que cuenta su "revolución armada" para masacrar a los manifestantes y a sus líderes, estos últimos bien seleccionados con las miras telescópicas de los fusiles.

Que no quepa duda que ese es el lamentable cuadro que viviremos. Claro está, ese será el principio del fin de un déspota que se disfrazó de demócrata para embaucar a millones de venezolanos que creyeron esperanzados en sus promesas de instaurar una democracia participativa, de luchar contra la corrupción, de conducir al país hacia mayores estadios de desarrollo, para venirnos a echar esta gran vaina que él llama socialismo del siglo XXI, que no es otra cosa que comunismo, el mismo que le encajó, en mala hora, Fidel Castro al pueblo cubano.

Ya lo intentó el 11 de abril del 2002, cuando ante más de un millón de personas que manifestaban en las calles de Caracas y exigían su renuncia, ordenó la salida del Plan Ávila, que no es otra cosa que masacrar al pueblo. Gracias a Dios que los jefes militares de ese momento no acataron su cobarde orden.

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