Monday, June 20, 2011

Emilio Roig de Leuchsenring: Articulo en Palabra Nueva de 2009

Emilio Roig de Leuchsenring

¿anticlerical?
por Monseñor Carlos M. de Céspedes GARCÍA-MENOCAL
INTRODUCCIÓN GENERAL
1. Gracias al trabajo conjunto de preservación, compilación, interpretación, selección y edición del Archivo Histórico y la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle, de la Oficina del Historiador de la Ciudad , cuyo Director es el doctor Eusebio Leal Spengler, el viernes 21 de agosto fue presentado el primer tomo de lo que será el Centón Epistolario , en cuatro tomos, de Emilio Roig de Leuchsenring –“Emilito” para sus amigos allegados–, predecesor del doctor Leal en el servicio de Historiador de la Ciudad.
2. Alrededor de catorce mil cartas se conservan en el Archivo Histórico, “escritas por” o “dirigidas a” Emilio Roig, durante un período de 65 años. Los cuatro tomos nos presentaran una selección de dos mil cartas, elegidas teniendo en cuenta la importancia del asunto y la relevancia del destinatario o del remitente. “Todas las cartas cumplen, al menos, una de estas condiciones” (cf. Nancy Alonso González y Grisel Terrón Quintero, a los lectores, tomo 1, pp. 5 y 6).
3. Los responsables de la edición nos adelantan que la clasificación de las cartas en cuatro tomos sigue, en lo posible, la temática de las mismas presentada en este texto a continuación y dentro de ella, aparecerán en orden cronológico. Escribo “en lo posible” porque hay cartas que abordan más de un tema y podrían ser incluidas en el tomo en que de hecho aparecerán, o en otro. Los temas son los siguientes:
• La formación de este hombre como intelectual y como historiador de la Ciudad (Libro I; este es el que ya tenemos). • La historia y sus protagonistas, a cuya justa ponderación dedicó gran parte de su obra, Libro 11). • La cultura en general y el rescate del patrimonio cubano en particular; por él trabajó incansablemente (Libro III). • Las luchas de su época, que libró dentro y fuera de Cuba (Libro IV) (Op. cit., p. 8).
4. Hace cuarenta años, cualquier cubano medianamente informado acerca de la vida cultural de la Isla , sabía quién era Emilio Roig de Leuchsenring. Aparecía frecuentemente reseñado en crónicas y fotografías en los diarios y revistas; sus textos, mayoritariamente artículos y ensayos sobre temas históricos, políticos, culturales, etc., eran muy abundantes. Los ancianos que tenemos todavía las células cerebrales suficientemente despiertas, lo recordamos y leemos con sumo interés sus textos, cuando alguno cae en nuestras manos. El doctor Eusebio Leal, que es la memoria viva de Roig, a quien venera –por sobradas razones como su Maestro–, nos regala ahora con el inicio de la publicación de su irrenunciable Centón Epistolario . Me parece que no exagero en demasía si estimo, aún antes de conocerlo por entero, que este Centón desempeñara, con relación a los dos primeros tercios del siglo XX , lo que el Centón Epistolario de Domingo del Monte significa para el conocimiento y análisis de una buena porción de la primera mitad del siglo XIX . Aunque ni uno ni otro son “indiscutibles”, uno y otro nos serán imprescindibles para adquirir un conocimiento aceptable de la época en que esas cartas fueron escritas.
5. Pretendo ahora trazar un retrato breve de Emilio Roig para facilitar a los más jóvenes el acercamiento a su vida y, consecuentemente, a su obra. Y, en el marco de ese retrato, quisiera esclarecer su condición o no de “anticlerical”, calificativo que algunos comentaristas incluyen en la presentación de su pensamiento desde antes de su fallecimiento. No faltan hoy quienes repiten tal calificativo sin matices y sin sopesarlo convenientemente. Y es probable que no hayan leído su obra con suficiente atención, ni conozcan su vida y su “armazón” intelectual. En el orden personal, adelanto que me parece que algunas notas anticlericales aparecen en sus textos, pero tratemos de precisar en qué medida nuestro autor puede ser calificado como anticlerical.
Algunas disquisiciones en torno a las palabras “clerical” “anticlerical” y vocablos derivados.
6. Comienzo por esclarecer y valorar los calificativos “clerical” y “anticlerical” en sí mismos, porque se suelen utilizar con frecuencia de manera impropia, ampliando el diapasón de su significado. Del Diccionario Esencial de la Lengua Española , de la Real Academia Española, tomo un breve abanico semántico de las palabras mencionadas: -clericalismo.l. Influencia excesiva del clero en los asuntos políticos. 2. Intervención excesiva del clero en la vida de la Iglesia que impide el ejercicio de los derechos a los demás miembros del pueblo de Dios.
Clerical. Adj. l. Perteneciente o relativo al clérigo. 2. Marcadamente afecto y sumiso al clero y sus directrices. Actitud clerical. 3. Marcada afección y sumisión al clero y a sus directrices.
Anoto que en el grupo de palabras “emparentadas”, se deben incluir clérigo, clerigalla y clerizángano. Doy por supuesta la comprensión de la palabra “clero”, que está en la raíz de todos estos derivados.
Anticlerical. Adj. I. Contrario al clericalismo. Apl. a personas. Utilizado también
Emilio Roig
como sustantivo.2. Contrario al clero. Anticlericalismo. M 1. Doctrina o procedimiento contra el clericalismo. 2. Animosidad contra todo lo que se relaciona con el clero.
7. Me parece evidente, a partir de los análisis de la Historia y de la Sociología , que el “anticlericalismo” suele ser un pensamiento o una actitud no original, sino derivada; con frecuencia nace, y se desarrolla por contraposición; es decir, aparece y se desarrolla en los grupos humanos en los que se ha desarrollado cualquiera de las formas de clericalismo. 8. He escuchado el empleo de la palabra “anticlerical” como sinónimo de “antirreligioso” y, sobre todo, de “anticatólico”. Esto equivale a ampliar el significado de la palabra hasta unas dimensiones que, en si, no tiene. Una persona puede ser religiosa y precisamente católica y ser, simultáneamente, “anticlerical”, sea con relación a un país, –a un tema y/o una época. Su juicio puede ser desacertado, pero en todo caso, no hay que establecer la sinonimia señalada. Por ejemplo, en países con un número abundante de clérigos y con una presencia muy significativa de los mismos en la vida política, no resulta extraño que personas católicas censuren esa actitud y, en ese sentido, sean “anticlericales”. Puede aparecer también esta actitud crítica, “anticlerical”, en países con una escasa presencia clerical, pero en los que alguna persona, creyente o no, está en desacuerdo, acertadamente o no, con las intervenciones de los clérigos en la vida política del país.
9. Añado, por último en esta sección, que no me gusta mucho definir a personas y situaciones a partir del prefijo “anti-”; no sólo en este caso, sino en todas las posibilidades del mismo. Prefiero definiciones positivas y bien delimitadas, orientadas a un abordaje dialogante y sereno de la conflictividad, no combativo, ni dependiente de “etiquetas”. El prefijo “anti-” suele orientar el pensamiento a “batallas" y a generalizaciones que pueden ser inexactas. Además, tengo la impresión de que quienes abusan de los “anti-” en la conversación y en los escritos, terminan por ser, ellos mismos, anti-páticos”.
DATOS BIOGRÁFICOS DE EMILIO ROIG DE LEUCHSENRING
10. Nació el 23 de agosto de 1889, a las diez de la noche, en la casa de la calle Acosta No. 40, en el corazón de La Habana Vieja , hijo de Emilio y Mercedes. Estudió en el Colegio de Belén, entonces muy cercano a la casa paterna, y en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Se graduó de Bachiller en Artes y Letras en 1908. O sea, su infancia y su adolescencia coinciden cronológicamente con la Guerra de Independencia, la intervención norteamericana en Cuba y el nacimiento de nuestra República. Con posterioridad, pasó a estudiar Derecho en la Universidad de La Habana , en la que se graduó como Doctor en Derecho Civil y Notarial en 1917.
CÉSPEDES
11. Ya el 28 de noviembre de 1905 –o sea, a los dieciséis años– habla publicado su primer artículo en la edición vespertina del Diario de la Marina , titulado “Impresiones de viaje” y firmado con el seudónimo Hermann . En 1912, a los 23 años, obtuvo el Primer Premio en el Concurso de Artículos Humorísticos y de Costumbres, organizado por la revista El Fígaro, de La Habana , por su texto “¿Se puede vivir en La Habana sin un centavo?” lo presentó bajo el lema Bruja sopera . El jurado estuvo integrado por Félix Callejas, José M. Carbonell, Enrique Hernández Miyares, Max Henríquez Ureña y Federico Villoch. El 8 de marzo de 1913, sin haber cumplido todavía los 24 años, pronunció su primera conferencia, en el Aula Magna del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana , cuyo título fue “Los escritores cubanos de costumbres: los articulistas.” Se trataba de una serie de conferencias organizadas por la Sociedad Filomática (¡no se nos ocurriría hoy bautizar con ese nombre una asociación de jóvenes estudiosos!). Pronunciaron conferencias en esa ocasión José María Chacón y Calvo, Salvador Salazar, Gustavo Sánchez de Galfrraga y Salvador Massip.
12. En 1916, sin haber obtenido todavía el Doctorado en Derecho, la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de La Habana , por sugerencia de su Decano, el doctor Antonio Sánchez de Bustamante, designó a Emilio Roig Jefe de Despacho del Primer Congreso Jurídico Nacional que, entonces, estaba reunido con el propósito de estudiar y redactar las bases de un Código Civil cubano. Emilio fue encargado también de la publicación de la Memoria del Congreso. En el marco de estas actividades jurídicas, Roig manifestó su acuerdo con la primera Ley de Divorcio, aprobada en Cuba, una de las primeras aprobadas en América, que fue rechazada por la mayoría de los católicos del país. A partir de estos años, resulta casi imposible hacer un elenco de sus cargos y de sus obras. Sin exageración podemos decir que, en lo adelante, no hubo evento o publicación acerca de temas jurídicos, históricos, sociológicos, etc., sin que fuera solicitada la presencia de Roig.
13. En 1935 fue designado Historiador de la Ciudad por el alcalde La Habana , doctor Guillermo Belt, responsabilidad que lo condujo a asumir también, en su momento, la dirección del Archivo y del Museo de la Ciudad , así como a iniciar la publicación de los Cuadernos de Historia Habanera.
14. Contrajo matrimonio con su única esposa, María Benítez, en fecha que no retengo. María habla nacido en Bahía Honda el 8 de diciembre de 1915; era, pues, 26 años más joven que Emilio. María y Emilio constituyeron una pareja admirada por todos los que los conocieron con cercanía. María fue colaboradora de Emilio en todos sus empeños intelectuales y, de otra índole, apoyo que mantuvo tras el deceso de su esposo, hasta que se pudo fijar el eslabón que en tales responsabilidades asume nuestro Historiador actual y amigo “filial” de Roig, el doctor Eusebio Leal Spengler. La abundante papelería de Roig se conservó gracias a la dedicación de María. La notable bibliógrafa Araceli García Carranza laboró la segunda edición de la Bibibliografia de Emilio Roig, 1889-1964 , en la que se unifican y clasifican ordenadamente las obras del autor que nos ocupa (edición de 2007).
15. Emilio Roig falleció en La Habana el 8 de agosto de 1964, días antes de cumplir 75 años. Dejó el recuerdo de su capacidad y seriedad intelectual, de una serena caballerosidad amable y de su generosidad, así como el de su enorme dedicación a proyectos variados, relacionados con la cultura de nuestro país; proyectos en los que tuvo el buen tino y la sabiduría de nuclear a muchos intelectuales de variadas filiaciones.
¿ANTICLERICALISMO EN EMILIO?
16. Empiezo por afirmar que, aunque aparezcan en su obra y en algunos hechos de su vida rasgos que podrían ser identificados como “anticlericales”, no me parece se pueda afirmar, rotundamente, sin difuminaciones ni matices, que Emilio Roig fue anticlerical. Quizás haya sido crítico de la posición política de algún sacerdote o grupo de sacerdotes y hasta de algún Obispo. Al parecer, lo era –en cuanto a Cuba de los que se opusieron a los movimientos independentistas en el siglo XIX y de los que apoyaban, en el siglo XX , el gobierno de Gerardo Machado; y en cuanto a España– de los que brindaron su apoyo al general Francisco Franco, durante la Guerra Civil. Pero si nos atenemos a las definiciones citadas, una crítica individualizada no convierte a un intelectual en anticlerical. En lo que a mí se refiere, estimo que la validez objetiva de sus críticas a clérigos puede ser discutida, pero a juzgar por textos leídos, conferencias escuchadas y sus actitudes vitales sostenidas, no me parece que se le pueda calificar como anticlerical radical. Me parece que el tema tiene cierta relevancia si pretendemos asumir con inteligencia a una persona que tanto peso ha tenido en Cuba y muy particularmente, en La Habana del siglo XX .
17. Quizás después que se publique completamente el Centón Epistolario y a partir del análisis de sus textos más personales, es decir, de sus cartas, me atrevería a aportar mejores razones, afirmativas o negativas, sobre el calificativo que nos ocupa. En todo caso, me parece que este primer tomo ya publicado nos ofrece algunos elementos de juicio. Ninguno tomado aisladamente es suficiente para sustentar un juicio definitivo, pero su conjunto nos permite' iniciar el esbozo de una opinión que pudiera llegar a ser un poco más concluyente y, entonces, nos ayudaría a mejor comprender a la persona, a Emilio Roig, cuya obra deseamos “asumir con inteligencia" penetrante, no con un talante silvestre que nos lleve sólo a su epidermis.
18. El primer elemento que tomo en cuenta es la educación recibida por Emilio, no sólo con los sacerdotes de la Compañía de Jesús en el Colegio de Belén, sino también en el seno de su familia. Cito textualmente párrafos de algunas cartas iluminadoras:
a) La primera carta que aparece en el tomo 1 es de su padre, Emilio Roig y Forte-Saavedra, y tiene como fecha el 5 de noviembre de 1899. Emilito tenía diez años y comenzaba sus estudios en Belén. De esa carta que contiene varios consejos, extraigo el primer párrafo: “No hagas ni empieces a hacer nada nunca, aunque sea empezar a jugar, sin antes acordarte de Dios. Si estás solo, que nadie te vea, haces la señal de santiguarte. Si no estás solo, basta con que levantes los ojos y mires al cielo”.
b) La segunda carta es, en realidad, una “nota” de su madre, Mercedes Leuchsenring y Azoy, que debe haber acompañado una estampita de san Luis Gonzaga que la madre le estaba regalando en el día de su Primera Comunión. La nota tiene fecha 25 de marzo de 1900, solemnidad de la Anunciación a María y de la Encarnación del Hijo de Dios, una de las fechas en las que se solía celebrar la Primera Comunión anual en los colegios religiosos. San Luis Gonzaga ya era propuesto en el siglo XIX , al igual que ahora, como
modelo de ni-no y joven católico. Escribe Doña Mercedes: “Hijo de mi alma, no dudo que hoy tu corazón estará rodeado de gracias celestiales; procura hijo mío no olvidar nunca en tu corazón este bello día. Imita en todos tus actos al bello san Luis; son los ruegos de tu pobre Madre.” c) Mucho más tarde, le escriben sus hermanas Conchita y Graziella, religiosa profesa esta última en la Congregación del Sagrado Corazón. Conchita le envía una nota de felicitación el 8 de abril de 1944: “Querido Emilito: Recibe con estas líneas mis cariñosas felicitaciones por tu santo. No te olvido en mis oraciones y deseo e imploro con toda mi alma a la Santísima Virgen para que siempre te defienda y ampare. Tu hermana que te quiere”, Conchita.
d) Graziella, que a la sazón se encontraba en Puerto Rico –14 de agosto de 1949–, en asuntos de la congregación, escribe: “Mi querido hermano Emilito: [...] Espero recibirás ésta antes del día 23, pues deseo que sea la primera felicitación que recibas por tu cumpleaños. Te envío un abrazo muy cariñoso deseándote muchas felicidades. Muy presente te tendré en la Santa Misa y Comunión; todo lo de ese día será ofrecido por mi querido Emilito. ¡No sabes cuánto me acuerdo de ti! [... ] Graziella.
De Graziella se conservan muchas cartas desde sus diversos “destinos” dentro de la Congregación –Santiago de Cuba, Roma y Puerto Rico–, siempre con referencias religiosas muy explícitas.
Federico García Lorca y José M. Chacón y Calvo
19. El segundo elemento a tomar en cuenta es el de sus relaciones personales, tanto las profesionales, como las personales. Llama la atención el tono sumamente amistoso de las cartas a y de Emilio a monseñor Eduardo Martínez Dalmau, ilustrado obispo de Cienfuegos, y al también ilustrado padre Gustavo Amigo S. J. Se conservan muchas cartas cruzadas entre Emilito y el primero; el trato era de suma amistad, admiración y confianza. Palabras como “estimadísimo”, “compañero y amigo”, etc., aparecen con frecuencia, así como la constancia de la colaboración recíproca en trabajos intelectuales, mayoritariamente en proyectos relacionados con lo histórico. Subrayo la mención a la colaboración entre ellos dos y don Fernando Ortiz en la publicación de la edición universitaria de la Vida del padre Félix Varela , de José Ignacio Rodríguez. En este tomo, se conserva una sola carta, muy personal, del padre Gustavo Amigo S. J. Es la carta de condolencia por la muerte del padre de Emilio, y tiene fecha 15 de marzo de 1945: Pax Christi. Mi estimado amigo: Ayer al mediodía me enteré de la dolorosa noticia del fallecimiento de su anciano y buen papá. De todo corazón le expreso a usted mi condolencia y al mismo tiempo ofrezco por su alma mis mejores oraciones, en la suave confianza de que el Señor ya le habrá recompensado su vida tan católica y tan plena. ¡Ojalá que todos podamos comparecer ante Dios N. S. con una hoja de servicios tan limpia y meritoria! […] Gustavo Amigo S.J.
20. La correspondencia amistosa con laicos católicos, socialmente identificados como tales –p. e. José María Chacón y Calvo, Charles Mendiola, Luis Rodolfo Miranda (una de cuyas hijas también era religiosa del Sagrado Corazón), Conrado Massaguer (esposo de mi tía Elena García-MenocaL y uno de sus mejores amigos), etc.–, es muy numerosa y en ellas no he encontrado ni referencias anticlericales, ni distanciamientos por esa u otra razón, sino siempre una gran cordialidad.
21. En este tomo I, he encontrado una referencia al afirmado “anticlericalismo radical” de Emilio, así como una mención inusitada a otro sacerdote, que yo he tenido por amigo de Emilio, el padre Pastor González Sch. El padre Pastor era hombre también ilustrado, sumamente patriota, maestro de profesión y político destacado del ABC antes de ser sacerdote escolapio. Se trata de una carta de Rustén Castellanos, hijo de Gerardo Castellanos García, dirigida a Roig, escrita en Palmira el 27 de agosto de 1956, en la que su autor narra un incidente, muy desagradable por cierto, ocurrido en el entierro de su padre. Me parece entender –el texto no es muy claro– que Emilio desalojó de la losa de la tumba al padre Pastor cuando este se disponía a despedir el duelo de Gerardo Castellanos. Rustén, su hijo, estuvo muy satisfecho del gesto y agradeció que fuese el propio Emilio quien, de hecho, despidiera el duelo. Rustén se refiere al padre Pastor con un lenguaje sumamente despectivo y hasta racista. En la misma carta, afirma que su padre, Gerardo Castellanos García, y Emilio hablan compartido, “el patriotismo, los ideales y los radicalismos anticlericales”. Quizás en alguno de los tomos siguientes aparezca alguna explicación clarificadora del incidente y alguna huella de una amistad, cuya realidad creía poder afirmar a partir del testimonio del mismo padre Pastor, a quien oí hablar de Emilio, con términos positivos, en más de una ocasión. Me consta que monseñor Ángel Gaztelu Gorriti, nuestro poeta mayor, “el Padre” del Grupo Orígenes , también conoció a Emilio, pero no sé hasta qué nivel llegó su relación con él.
22. Por otra parte, el director del periódico El Anticlerical , Alberto Rodríguez Sust, en una carta incluida en este tomo, de 26 de febrero de 1927, felicita a Emilio por un articulo publicado en Carteles, titulado: “24 de Febrero. Ideales de 1895, realidades de l927”. Por el hecho de venir de quien viene no podemos deducir que se trate de artículo radicalmente anticlerical. Por el título podríamos pensar que se trata de un artículo patriótico que recapitula los ideales martianos y los parangona con la realidad cubana en 1927, en pleno período de gobierno de Gerardo Machado. Podría incluir también críticas a la Iglesia Católica por su actitud negativa frente al movimiento independentista, pero no me consta. Tendría que encontrar en los estantes de alguna biblioteca, el número de la revista Carteles mencionado.
RESPUESTA PROVISIONAL A LA PREGUNTA DEL TÍTULO
23. Emilio nos está algo distante en el tiempo, pues falleció en 1964. Además, dada la diferencia de edad entre él y yo –me llevaba 47 años–, me separaba de él un gran respeto reverencial. Cuando yo era joven, mis amigos y yo, asistíamos a conferencias y velamos en actos públicos a estas personalidades mucho mayores que nosotros, como Emilio Roig, Jorge Mañach, Fernando Ortiz, etc. Pero no osábamos acercamos a “preguntarles” cuestiones personales. Cuando regresé de Roma, en 1963, ya sacerdote desde 1961, empecé a escribir en el periódico El Mundo bastante pronto (febrero de 1964). Sea por eso, sea por la condición sacerdotal, me resultó espontáneo el establecimiento progresivo de una cierta relación amistosa con esa linaje de intelectuales. Algunos de esos hombres y mujeres mayores, de la generación de mis padres, llegaron a ser buenos amigos, muy cercanos. Siempre los respeté mucho, pero poco a poco fui siendo capaz de “espontaneidades” en el trato coloquial con ellos. Lamentablemente, Emilio falleció en 1964; yo vivía entonces en el Seminario El Buen Pastor , en Arroyo Arenas, en el que me desempeñaba como Prefecto de Disciplina (equivalente a Vice-Rector). No estaba muy presente en la vida de La Habana Vieja y de El Vedado, como lo he estado después de 1966 (traslado del Seminario al entrañable edificio de San Carlos y San Ambrosio) y no tuve tiempo ni coyunturas para establecer esa relación personal y amistosa con Emilio, lo que me habría permitido, a estas alturas, ofrecer una respuesta más precisa acerca del asunto planteado por la pregunta inicial. Su viuda, María mucho más cercana cronológicamente, falleció, ya muy anciana, en 2003, pero nunca tuve un trato cercano con ella. La vi y la saludé en más de una ocasión en actividades públicas, pero, que yo recuerde, nuestra relación no pasó de ahí.
24. Poniendo por delante esas “cautelas” y teniendo en cuenta todo lo afirmado en el texto: a) Pienso que si Emilio Roig fue anticlerical, como algunos afirman y algunos textos permiten sospechar, lo fue sólo interina, selectiva y razonablemente; no creo que haya sido un anticlerical sistemático, radical y universal. b) No me parece que su fe religiosa católica, de la niñez y juventud, se haya borrado del todo. Como la mayoría de los intelectuales contemporáneos de él, se debe haber distanciado de la práctica religiosa y de la Iglesia en cuanto institución; debe haber sido crítico de cuestiones puntuales de la realidad eclesial y de sacerdotes, sobre todo en cuestiones de “patriotismo”. Pero eso es otra cosa, no equivale a un anticlericalismo sistemático. c) Es cierto que, en Cuba, la atmósfera intelectual de los primeros años republicanos, de los años de la Guerra Civil en España y todavía en los de la Segunda Guerra Mundial, estaba tocada por los tonos anticlericales, explicables en aquellas circunstancias sociopolíticas. Era el “clima epocal”, sobre el que he escrito en otras ocasiones. Esa fue la época de Emilio y no debe haber sido totalmente ajeno a un cierto anticlericalismo. Habrá que esperar por los otros tomos del Centón y, quizás, encontremos en ellos alguna señal más precisa. Pero estimo que las referencias religiosas, tan naturales, y frecuentes, de sus hermanas y de algunos amigos sacerdotes, no estarían en sus cartas a Emilio, con semejante tono, si hubieran sabido que Emilio era ateo o agnóstico o “anticlerical rabioso”.
23. Prometo que si llego a tener la oportunidad de conocer el resto del Centón Epistolario y/o de obtener una información más nítida al respecto, no abandonaré este asunto y trataré de brindar una respuesta más segura. Pero en cualquier hipótesis, aunque al final del camino no nos identifiquemos con todos los rasgos del pensamiento de Emilio, no dejemos de nutrirnos con las aguas buenas, medicinales, de esa riquísima fuente. Un cierto distanciamiento crítico es siempre recomendable con relación a casi todos los intelectuales, sean estos católicos o agnósticos o ateos o anticlericales. Los católicos recibimos la palabra de Dios como palabra inspirada y el Magisterio Pontificio en cuestiones de Fe y Moral, como Magisterio infalible. Sobre todo lo demás, se suele extender un manto benéfico de cuestionamientos entretejidos. Ni la aceptación calambuca, ni el infantil hipercriticismo morboso son actitudes propias de las personas inteligentes. Las personas inteligentes que desean crecer deben andar por el mundo con la pupila atenta y el cerebro y el corazón muy despiertos, para no rechazar lo que verdaderamente nos alimenta y enriquece, y no tragar lo que enferma y mata.
La Habana , 25 de agosto de 2009

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