Thursday, August 30, 2007

¿Se puede rehabilitar al gran criminal?




ACEPRENSA

¿Se puede rehabilitar al gran criminal?


El 70 aniversario del Gran Terror estalinista enfrenta a los rusos con su historia

Una gran cruz de doce metros ha sido erigida hace pocas semanas en Butovo, cerca de Moscú, para conmemorar a las víctimas del Gran Terror de Stalin, en el 70 aniversario del comienzo de las purgas. Tan solo en los años 1937 y 1938, más de 1,5 millones de personas fueron detenidas por la policía secreta soviética, NKVD, y cerca de 700.000 fueron ejecutadas. Son sólo una parte del monstruoso balance criminal del comunismo. Curiosamente, este aniversario coincide con la presentación de una nueva guía docente que trata de que los rusos “digieran” el horror del estalinismo.

Las conmemoraciones del 70 aniversario han sido ceremonias a pequeña escala, organizadas por grupos religiosos o defensores de los derechos humanos, sin que el gobierno haya tomado la iniciativa.

La cruz levantada el 4 de agosto ha sido construida en Bolshoi Solovetsky, un antiguo campo de concentración soviético cerca del Ártico descrito por Alexander Solzhenitsyn, y ha sido transportada hasta Butovo, uno de los más célebres sitios de ejecución de la época. La cruz ha sido erigida en una ceremonia religiosa de la iglesia ortodoxa, a la que asistieron unos centenares de personas. Muchas de ellas perdieron familiares y amigos en las purgas estalinistas.

El Gran Terror

Aunque hubo millones de víctimas por hambre y represión durante los casi 30 años de la era de Stalin, el apogeo se alcanzó en los años 1937 y 1938, época conocida como el Gran Terror. La represión en masa fue una iniciativa decidida por la más alta instancia del partido comunista, el Buró político, y por Stalin en particular.

El objetivo era eliminar a todos los “elementos socialmente peligrosos”, categoría de contornos difusos. En principio, comprendía a todos los que en el pasado se habían opuesto a los bolcheviques (kulaks, antiguos funcionarios zaristas, ex miembros de los partidos antisoviéticos, sacerdotes, etc.). Después, la represión alcanzó a todo tipo de personas y colectivos de los que se sospechaba que podían oponerse a la línea oficial (miembros del partido, militares, intelectuales y científicos, personas que habían tenido algún contacto con el extranjero...). Incluso cinco miembros del Buró político y 98 de los 139 miembros del Comité central del PC perecieron. Otro objetivo de las purgas era sustituir a la antigua burocracia civil y militar por otra nueva formada en el espíritu estalinista de los años treinta.

Los sospechosos eran detenidos; su caso era examinado por una troika (formada por el primer secretario general del partido, el fiscal y el jefe regional de la NKVD) que decidía, sin posibilidad de apelación, la suerte del acusado. En la mayoría de los casos era fusilado o deportado.

Según los documentos hoy día accesibles, durante los años 1937 y 1938, fueron detenidas 1.575.000 personas; 1.345.000 (es decir, el 85,5%) fueron condenadas y 681.692 fueron ejecutadas (cfr. Sthéfane Courtois, El libro negro del comunismo, pg. 221). A los asesinatos en masa habría que añadir los detenidos muertos en los campos de concentración (alrededor de 25.000 en 1937 y más de 90.000 en 1938).

Los crímenes de Stalin fueron reconocidos por Jrushchov en 1956 en un “Informe secreto” al XX Congreso del partido. Sin embargo, todavía hoy muchos rusos –un 38%, según una encuesta de 2006– tienen una visión positiva de Stalin, como el hombre que dio estabilidad a la Unión Soviética y venció a los nazis en la II Guerra Mundial.

Una nueva visión de Stalin

Este aniversario coincide con la presentación de una nueva guía de la historia moderna de Rusia, que da una visión de Stalin como un autócrata, con éxitos y errores. Sin negar los crímenes de Stalin, esa nueva guía para profesores de secundaria, Moderna historia de Rusia: 1945-2006, lo presenta como un autócrata en la línea de otros gobernantes fuertes rusos, como Pedro el Grande, o extranjeros, como el canciller Bismark que reunificó Alemania con mano de hierro.

Stalin, afirma la guía, “siguió la lógica de Pedro el Grande: pedir lo imposible al pueblo para lograr el máximo posible. El resultado de las purgas de Stalin fue una nueva clase de gestores capaces de resolver la tarea de modernización en condiciones de escasez de recursos, leales al poder supremo y sin falla desde el punto de vista de la disciplina en la ejecución”.

A la hora de hacer balance de la era de Stalin, la guía advierte que se presta a controversias. “Por una parte, se le considera uno de los líderes con mayor éxito de la URSS.” En su haber pone la expansión del territorio nacional, la victoria en la II Guerra mundial, la industrialización del país, la construcción “del mejor sistema educativo del mundo”, la elevación de la ciencia rusa al grupo de los países de vanguardia, la consecución casi del pleno empleo…

Pero también señala que “muchos opositores denuncian que todo esto lo consiguió a través de una cruel explotación de la población. Durante su gobierno, el país sufrió varias oleadas de represión. El propio Stalin fue el iniciador y teórico de esta ‘agravación de la lucha de clases’. Enteros grupos sociales fueron eliminados (...) y masas de gentes bastante leales a las autoridades sufrieron bajo leyes severas”.

Esta visión de Stalin y otros enfoques de la guía han sido interpretados como un recurso para insuflar un nuevo orgullo nacional en Rusia, después de una época en que sobre todo se ha hecho hincapié en los desastres del comunismo. En una conferencia de profesores de Historia en la que se presentó la guía, Vladimir Putin, en uno de sus escasos comentarios sobre la era de Stalin, les dijo que las purgas estalinistas fueron una de las “páginas negras” de la historia de Rusia, aunque también advirtió que “en otros países ocurrieron cosas incluso peores” y que “ya es hora de dejar de avergonzarse”.

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