Saturday, April 23, 2011

El "borron y cuenta nueva" de Jorge Edwards.

Nota de Juan Cuellar
Pienso que el gran problema de los hombres de izquierdas, especialmente los intelectuales de esa izquierda en algun momento de su historia, tienden a cometer el mismo error a la hora de definir su evolucion politica. Tomaron rumbo equivocado y cuando confrontados con la realidad perversa a las cuales ellos, ciegos en todo sentido de la palabra, fueron sus complices, decidan hoy refugiarse en una especie de minimemoria. Entiendo el error, pero no entiendo la correccion del error en creer que todo es perdonable y reconciliable.

Si el celebre escritor Jorge Edwards, prefiere "la memoria algo mitigada", derecho tiene a ella para su propia mitigacion espiritual, pero lo que no reconoce el autor es que esa mitigacion a la memoria fue el causante del error que quiere enmendar haciendo lo mismo, y ahi yerra de nuevo.

Nunca debe sacrificarse la memoria, al contrario, la memoria es definitiva en la conducta de cada uno de nosotros con uno mismo y los demas. Es lo que nos da nuestra identidad. Errar es de humano, pero creer acertar errando es lo que autoriza al hombre a la monstruosidad de cometer los peores actos con impunidad .

Yo prefiero a un Borges culpado y exculpado en la memoria, a un olvidadizo que prefiere seguir olvidandose de todo para vencer su memoria.



“¿Por qué los gobiernos de América latina la emprenden contra la prensa?”
22/04/11 El autor reflexiona sobre la tradición de vivir en conflicto. Vino a hablar de populismo, censura y medios.

PorSilvina Heguy



"El señor tomaba partido, pero no pensaba como hombre de partido. Juzgaba las
cosas por sus méritos propios, sin el menor ánimo de favorecer a uno u otro
bando. Se proponía ser íntegro, vivir en plenitud, conforme consigo mismo”
.
Escribe así Jorge Edwards en el inicio de su último libro “La muerte de Montaigne” (Tusquets) que vino a presentar a Buenos Aires, entre muchas otras cosas que vino a hacer. El escritor chileno –Premio Cervantes 1999– llegó también invitado por la Fundación Libertad, de Mario Vargas Llosa, para participar de una reunión de la derecha. Vino a hablar de populismo, censura y ataques al periodismo. A los 80 años, dice que en estos días volvió a hablar de Cuba, donde fue expulsado por Fidel Castro por sus divergencias. Sucede que la realidad de América Latina, Edwards no la evita tanto en sus charlas como en su literatura. Aunque Montaigne sea de 1588, se le cuela y las reflexiones del pensador se convierten en un tema tan actual como el día gris del encuentro con Clarín . Ahora entre sus proyectos figuran sus memorias y un ensayo político sobre el pasado y el paso de la izquierda a la derecha.
¿Vino a hablar de populismo? Sí, el tema era ese. Yo conté cosas. Me acordé de un gran arquitecto cubano que aceptó volver a su país para una conferencia. Había puesto varias condiciones y se las aceptaron. Pero cuando llegó a la conferencia le preguntan: ¿Qué opina usted sobre la arquitectura de la revolución cubana? El contestó: “Que es muy mala”. Inmediatamente se terminó la conferencia. Pero todo el mundo ha quedado hablando de ella. Nunca una conferencia tan corta, de cuatro palabras, ha tenido tanta repercusión. Esos son efectos de la represión: la libertad humana siempre se manifiesta, sale por algún lado.
Usted escribió sobre un filósofo pacificador, ¿por qué hay tanta pelea extrema en América latina? Creo que en el mundo hispanoamericano hay una tradición de conflicto. Estamos siempre en guerra civil, interna, o en una no declarada. Somos muy peleadores. Ayer justo recordaba que en mi primera noche en Cuba, Fidel Castro me dijo: “Seremos malos para producir, pero para pelear sí que somos buenos”. Para un país es bueno que un gobierno sea bueno para producir y malo para pelear. Nos parece que la prudencia es una virtud de segunda clase. Medio débil, afeminada. Hay una concepción machista en esa creencia. Vivimos en un clima poco reconciliado. Pienso en Francia y Alemania, ahora son aliados y estuvieron en guerra no hace tanto. Nosotros aún tenemos problemas con la Guerra del Pacífico.
¿Se da en todos los ámbitos? En el fútbol pasa lo mismo, no hay perdón. Es un espíritu agresivo que tiene que volcarse en alguna parte en la literatura, en la política. La idea de que Mario Vargas Llosa no pueda hablar en la Feria del Libro es desmesurada.
La realidad, entonces, vuelve a colarse y Edwards pregunta: “¿Por qué será que los gobiernos de América latina de vez en cuando tienen que emprenderla contra la prensa como Chávez o aquí?” A usted, ¿qué le parece? Yo me pregunto por qué los gobiernos en vez de atacar a un diario, porqué no hacen uno bueno. En Chile, por ejemplo, en un momento el gobierno trató de hacer un buen diario, La Epoca , pero no funcionó. Era muy partidista. Previsible. Hay que hacer un diario divertido, libre, abierto, con buena escritura, estoy seguro que funcionaría.
¿Y cómo piensa que se sale de esta lógica de confrontación? No tengo soluciones, pero como soy un lector de Montaigne y escribí una novela sobre su filosofía de pacificación, no creo en la obsesión por la memoria. El tuvo influencia en el Edicto de Nantes (1598), que tolera todas las religiones. En él, el rey ordenó que no se tenga memoria de lo que ocurrió, que se reconcilie la gente y que los franceses aprendan a vivir como hermanos. Parece de hoy.
¿Cree que es bueno y que se puede vivir sin memoria? No, pero tampoco se puede vivir como ese personaje de Borges que era pura memoria. Es la memoria algo mitigada la que sirve. Ser un especialista en la memoria, no. Usarla para seguir juzgándose y atacándose, no me convence.

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