Sunday, November 8, 2009

Siempre ha sido asi, Yoani.


Por Juan Cuellar

Todo acontecio un mes de julio de 1971. Dos meses antes hube de presentarme ante las oficinas del Ministerio del Trabajo para cumplir con la recien Ley contra la Vagancia; una orden del mayimbe en jefe que obligaba a todo joven que no estudiara a trabajar a como diese lugar. Nadie se escapaba. Lo mismo cercaban un cine, una fiesta, un parque, una parada de omnibus; dondequiera que se dieran cita varios jovenes ahi estaban ellos con palos y alambres electricos tan torcidos como su revolucion. A base de amenazas y golpizas lo mismo te llevaban a una plantacion de esclavos que a una fabrica de trabajo forzado. Mi asignacion fue el central azucarero Lugareno, en la provincia de Camaguey. El trabajo era reemplazar las traviesas de las lineas de los ferrocarriles que se quemaban facilmente cuando prendian los canaverales. Las vigas, de fabricacion rusa, ardian tan facil como cualquier sustancia volatil, extendiendo nuestro horario de trabajo por mas de 14 horas, lo mismo de dia que de noche. Tres mese estuve trabajando como un pordiosero para obtener un pase por una semana.

Esa noche iba de vista a la casa de mi abuela en el barrio Agramonte cuando un auto Plymouth se paro a mi lado y tres sujetos se apearon pidiendome la identificacion. Yo le mostre el permiso y ellos indagaron por mi larga cabellera. -No ven que llevo tres meses trabajando y alla no hay barberos. Hoy es mi primer dia de pase.

Sabia que estaban al acecho de los peludos debido al caso Agapito, ya me habia enterado de la suerte del pobre joven a quien conoci personalmente. Estando preso trato de fugarse y lo acribillaron por la espalda. El grupo del comercio (jovenes que se daban cita en la Sombrillita, al centro de la ciudad) salieron con el fetreo funebre de Agapito para velarlo en pleno comercio. A ellos se uniron estudiantes del pre-universitario y la conmocion fue tal que desplegaron toda sus fuerzas pletoriana en contra de cualquier "pelu" que se encontraran. Yo era uno de ellos.

-?A donde vas? pregunto el que estaba leyendo mi pase. Le dije que iba a ver a mi abuela que vivia a dos cuadras de alli. -!Montate! que te vamos a llevar para ver si es verdad. Le dije que no hacia falta y uno me cojio por la cabeza y me lanzo dentro. Sabia que no la iba a pasar bien. En sus caras veia un odio atroz. Ya habia sentido la fuerza brutal de esos esbirros cuando me enviaron a la carcel con solo treces an~os. El carro llego a la Carretera de Palomino, antiguo Camino Real y en vez de doblar a la derecha, donde vivia mi abuela, tomaron rumbo al Cuartel Agramonte hacia las afueras de la ciudad. Senti como si ese dia fuera mi ultimo. Lo sabia porque ya lo habia experimentado, pero habia aprendido que con ellos la cobardia los agranda y la valentia los encolera, solo queria salir de ese auto rodeado de tres matones dispuestos a todo. Le pregunte a donde me llevaban. Ellos no hablaron. ?Saben que?, indague lo mas tranquilo que pude, ustedes no saben quien realmente soy y les pido que me lleven a las oficinas del Departamento Tecnico de Investigaciones (DTI)para identificarme. Uno, el mas viejo y el de la mirada asesina extrajo de su cartera un acordion de carneses. Hasta uno de hijo de puta pareciome ver. -Identificate muchacho y te soltamos aqui mismo. Yo no tengo que identificarme con usted y le digo que me parece que estoy en los an~os pre-revolucionarios en el auto del esbirro de Pata de Ganso (connotado asesino bastistiano en Camaguey, segun contaba la revolucion en su libros de textos)y me llevan a las afueras de la ciudad para ejecutarme. El punetazo no se hizo esperar y con los cables torcidos alrededor de tres o cuatro tuercas de metales se estrello en mi cabeza que comenzo a sangrar profusamente. Ya habia perdido el miedo. No valia la pena morir como un cobarde y le grite a todo pecho !Esbirros!Los golpes continuaron hasta que decidieron parar el auto. El esbirro mayor me saco a empujones mientra que le decia a los otros, -el chamaco es guapo,?tu crees que tiene los cojones de fajarse con algunos de nosotros? y mirandome me pregunto: ?con cual de nosotros quieres fajarte? Para que, respondi de inmediato, para cuando le este dando la paliza que se merecen me caigan en pandilla como las putas que sois. !Matenme!, le grite, !hijodeputas! Los golpes continuaron hasta que casi perdia el conocimiento. Me agarraron la cabeza contra el maletero del auto y me cortaron el pelo y el craneo tambien. Ahi me dejaron en la oscuridad de la noche, casi 20 kilometros en las afueras de la ciudad.

Continuara.

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