Thursday, November 12, 2009

Del blog de Yoani: Final de partida y a Puertas cerradas

Final de partida

Estamos en medio del festival de teatro y eso ayuda a escapar de la aburrida programación televisiva y las limitadas opciones recreativas –casi todas en pesos convertibles- de la noche habanera. Guiados por el drama y la comedia, intentamos disipar los problemas cotidianos, las desazones y las dudas que este guión del absurdo en que vivimos nos genera. Pero en esas salas en penumbras no siempre se logra la evasión, sino que pueden encontrarse las claves para volver sobre nuestra realidad y reinterpretarla.
El sábado se exhibió en el pequeño local del teatro Argos –calle Ayestarán esquina a 20 de mayo- la obra de Samuel Beckett “Final de partida”. Fuimos temprano para alcanzar espacio en las rústicas gradas de madera. Créanme que estar casi dos horas sin apoyar la espalda y sobre una dura tabla sólo se puede resistir si se trata de una magnífica puesta en escena. Pues bien, la de antenoche era del tipo que hace olvidar los calambres y el dolor en la cervical. Y no porque moviera al divertimento o a la risa, sino por generarnos esa angustia que nos mantiene en vilo, esa desazón humana que nos hace reparar en todo lo que nos falta.
Un anciano ciego y agonizante mantiene una relación de maltrato y sumisión con su sirviente, al que encierra en la rutina y el chantaje. Sobre una silla de ruedas, el caprichoso convaleciente quiere controlar todo lo que ocurre y utiliza los ojos de su súbdito para estar al tanto. Una enfermiza gratitud y la incapacidad de imaginar otras circunstancias de vida, hacen que Clov esté atado a su amo Hamm y que posponga el día de alcanzar su independencia. Desde una sucia ventana se ve el mar, señal de todo lo vedado que existe afuera, de todo lo que nos está prohibido experimentar.
Caminamos luego hasta la casa, traspasados por el desasosiego que nos dejó la puesta en escena. Fueron demasiado fuertes las paredes pintadas de negro, los gritos del déspota reclamando atención y asomarnos –con tanta crudeza y familiaridad- a “la naturaleza incalificable de las relaciones de poder, su misterio y su ritual de culpas, chantajes, imposiciones, perdones, manipulaciones…”*.
* Palabras de Carlos Celdrán, director de Argos Teatro, en el catálogo de la obra “Final de partida”, interpretada por Pancho García, Waldo Franco, José Luís Hidalgo, Verónica Díaz.
Noviembre 1st, 2009 Categoría: Generación Y 3 comentarios Imprimir

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A puertas cerradas

No sé por dónde comenzar a contar lo ocurrido en el debate de ayer, sobre Internet, organizado por la revista Temas. Sin dudas, la peluca rubia que me encasqueté me permitió colarme por la controlada entrada del centro cultural Fresa y Chocolate. Eso y los zapatos altos, los labios pintados, las argollas brillantes y un bolso enorme de color hiriente, hicieron que me trasmutará en un ser bastante diferente. Algunos amigos llegaron a decirme que me veía mejor así, con la falda apretada y corta, el contoneo sensual y las gafas de armadura cuadrada. Lo siento por ellos, el personaje que interpreté duró poco tiempo y hoy he vuelto a mi despeinada y aburrida apariencia.
A Claudia, Reinaldo, Eugenio, Ciro y otros bloggers no les permitieron la entrada. “La institución se reserva el derecho de admisión” y mis colegas del ciberespacio mostraron la impertinencia de quienes ya han sido excluidos de otros lugares, pero no quieren retirarse abochornados y en silencio. Adentro, yo lograba atrapar una silla a un costado del panel de los expositores. Algunos ojos diestros en mi enclenque fisonomía ya me habían detectado y una cámara me filmaba con la insistencia de quien prepara un expediente.
Un joven escritor pidió la palabra y lamentó que tantos hubieran sido impedidos de entrar; después vino alguien y mencionó términos como “enemigo”, “peligro”, “defendernos”. Cuando finalmente fui llamada, aproveché para preguntar qué relación había entre las limitaciones con el ancho de banda y las tantas webs censuradas para el público cubano. Aplausos cuando concluí. Juro que no cabildeé ninguno de ellos. Después llegó una profesora universitaria que cuestionó el por qué yo había recibido el premio Ortega y Gasset de periodismo. Todavía no he logrado encontrar la relación entre mi pregunta y su análisis, pero los caminos de la difamación son así de torcidos. Al terminar, varios se me acercaron para abrazarme, una mujer apenas con el roce de una mano me dijo “felicidades”. El fresco de una noche de octubre me esperaba afuera.
Si a todos los que no dejaron acceder hubieran logrado participar, aquello habría sido realmente un espacio de polémica sobre la red. Lo que ocurrió me pareció mustio y maniatado. Sólo uno de los conferencistas mencionó conceptos como Web 2.0, redes sociales y Wikipedia. El resto era la vacuna anticipada contra la perversa web, las repetidas justificaciones de por qué los cubanos no podemos acceder masivamente a ella. Tomé mi móvil y twitteé con premura “creo que lo mejor es organizar otro debate sobre Internet, sin los lastres de la censura y la exclusión”. Hoy en la mañana, con las ojeras de haber dormido apenas tres horas, estaba entregando manuales técnicos en la segunda sesión de nuestra Academia Blogger.
Algunas de las imágenes de este video me las hicieron

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