Una exposición recuerda a los miles de desaparecidos de la Albania comunista
Un grupo de antiguos presos políticos de la Albania comunista inauguró hoy en el centro de Tirana una muestra fotográfica al aire libre sobre los crímenes cometidos durante el régimen totalitario albanés, uno de los más crueles de la segunda parte del siglo XX en Europa. EFE Recibidos x Viena Agencia EFE - Austria a través de efe.es 15:01 (Hace 0 minutos) para mí estimados colegas de Grafcia, aqui dos primeras fotos para una nota sobre una exposición de victimas del comunismo en Albania slds Imagenes: Mimoza Dhima Abren en Tirana, exposición fotográfica para conmemorar a las 4.500 fusilados durante los 45 años de la dictadura comunista (1944-1991), cuyas tumbas están aún desconocidas.
Tirana, 26 jun (EFE).- Un grupo de antiguos presos políticos de la Albania comunista inauguró hoy en el centro de Tirana una muestra fotográfica al aire libre sobre los crímenes cometidos durante el régimen totalitario albanés, uno de los más crueles de la segunda parte del siglo XX en Europa.
La exposición, dedicada a los miles de ejecutados y desaparecidos albaneses entre 1944 y 1991, tiene como objetivo crear más conciencia ciudadana acerca de las injusticias sufridas en esa época en el pequeño país balcánico.
Contiene retratos de cientos de personas, entre ellas sacerdotes católicos, religiosos ortodoxos y musulmanes, fusilados y ahorcados por ser opositores al régimen de Enver Hoxha (1908-1985) y de su sucesor Ramiz Alia (1925-2011).
Ningún político albanés asistió hoy a la inauguración de la muestra, cuyo lema es "Nosotros queremos una tumba".
"La exposición es una denuncia contra nuestros políticos que son unos irresponsables, que han dejado en el olvido a estos héroes que lucharon por la libertad", declaró a Efe Besim Ndregjoni, secretario de la asociación para la integración de los antiguos perseguidos políticos de Albania.
Concretamente, el activista denunció la "indiferencia y falta de la voluntad" hacia los antiguos presos políticos (estimados en unas 34.000 personas) por parte de los políticos albaneses que han gobernado el país desde la caída de comunismo en 1991.
La mayoría de los presos políticos de la Albania comunista fue ejecutada tras ser acusada (sin juicio o en procesos manipulados) de agitación y propaganda contra el régimen o por intentar huir del país, el más aislado del antiguo bloque del Este.
Se estima que en total fueron ejecutadas de esta forma unas 5.000 personas, de las cuales 4.500 no recibieron entierro y siguen desaparecidas hasta hoy.
Uno de estos desaparecidos es Dervish Bejko, fusilado en 1973 a los 27 años por haber izado en una cárcel una bandera albanesa sin la estrella comunista.
"Hemos excavado por nuestra cuenta durante dos meses con la esperanza de encontrar su tumba, pero no hemos encontrado nada", explicó a Efe Izet Shehu, cuñado del desaparecido.
Los últimos fusilados -cuyas fotos también están expuestas en la muestra- eran tres jóvenes de la región norteña de Shkodra que intentaron escapar del país en 1991, dos años después de la caída del Muro de Berlín.
Sus cadáveres fueron arrastrados por las calles de la ciudad del mismo nombre, un conocido bastión del anticomunismo albanés, aunque se desconoce hasta hoy dónde están enterrados.
Durante la dictadura comunista de Albania unas 60.000 personas fueron deportadas a las 23 cárceles y los 48 campos de trabajos forzados que estaban entonces repartidos por todo el país.
Pese a las atrocidades cometidas en esa época, la Albania democrática, que forma parte de la OTAN desde 2009 y que aspira a entrar en la Unión Europea, carece hasta hoy de un museo que homenajee y recuerde a las víctimas del terror comunista.
La pequeña república balcánica, de 3 millones de habitantes, es uno de los países más pobres de Europa y fue el último donde los comunistas perdieron el poder.
A diferencia de los demás países comunistas europeos, en Albania no se han investigado los crímenes del régimen, por lo que la mayoría de las víctimas no ha cobrado indemnizaciones por los años pasados injustamente en la cárcel.
Por Mimoza Dhima
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