Saturday, May 26, 2012

PEDRO CORZO: Mariela y Eusebio



El Nuevo Herald
Pedro Corzo.

Es posible que el lector se confunda cuando vea el título de esta columna y crea que esta dedicada a describir la vida y obra de dos personalidades de la Biblia o de otro libro religioso, pero no es así, es un artículo en el que se hace referencia a dos burócratas, a dos altos funcionarios de una dictadura que gracias al encanto mágico que el castrismo ejerce sobre algunos medios, intelectuales y políticos, disfrutan de derechos que le son negados a la mayoría de los ciudadanos cubanos.
Mariela ha ganado titulares importantes en medios de información, ha sido invitada a conferencias internacionales no por contar en su haber grandes descubrimientos científicos ni por haber elaborado una sólida tesis sobre la sexualidad, basada en pesquisas rigurosamente realizadas, sino porque es la hija de Raúl Castro.
Su fama es legada, aunque es de suponer que la heredad no solo se circunscriba a la impunidad con la que emite sus calculados cuestionamientos al régimen, siempre relacionados a los abusos y vejaciones de la dictadura contra los homosexuales. Nunca en sus exposiciones aborda otras violaciones a los derechos humanos.
La vida pública que lleva la hija del Jefe es una excepción en la oscuridad y discreción con la que los vástagos de otros jerarcas de la nomenclatura llevan su existencia.
La sexóloga ha viajado a numerosas países y hay que reconocer que sus relacionistas públicos han hecho a conciencia el trabajo encomendado porque siempre ha contado con una prensa favorable, nada inquisitiva, aunque nunca ha dejado de hacer constar que apoya la dictadura de su padre exponiendo que el socialismo que impulsa Raúl es más humano y mejor organizado y distinguido por la transparencia, lo que no deja de ser una velada crítica al mandato de Fidel, es de esperar que Mariela no sea su sobrina querida.
Mariela puede ser simplemente una heredera que busca brillar con luz propia en un universo dominado por su tío y padre, por lo que usa la sexualidad como instrumento, pero también puede ser una hábil o bien asesorada operadora política que desde una posición de relativa herejía en un tema importante, pero tangencial, ha desarrollado una actividad que la ha convertido en la persona más conocida de los Castro después de Fidel y Raúl.
Los Castro han demostrado que siempre están listos a mover las fichas que les garanticen la continuidad en el poder, por lo que es factible, en base a lo que Mariela ha expresado en más de una ocasión, que Cuba es uno de los países mejor preparados para tener una presidenta, que ella sea el doble blanco del castrismo cuando se les acabe el tiempo a los patriarcas de la dictadura.
Eusebio, de apellido Leal, lo que no significa que lo sea como persona, tiene una proyección diferente a la de Mariela, pero al igual que ella, pretende dar la apariencia de que no está de acuerdo con todo, sin decir que es lo que está mal hecho.
Un ejemplo son sus recientes declaraciones en Washington, de que en “Cuba las reformas tienen que ser profundizadas”, pero durante la más cruda ortodoxia castrista, Eusebio nunca expresó una reserva o propuso algo diferente a los que dictaban en el Palacio de la Revolución.
Cuando se escucha o ve, da la impresión de que es un hombre que se sobreestima, que se regodea en la palabra o en la imagen que proyecta. Calificarse como una expresión contemporánea de Don Quijote de la Mancha es algo ridículo si se tiene en cuenta que en la isla cuenta con todo el apoyo oficial como diputado a la Asamblea Nacional. Es internacionalmente reconocido por su designación de Embajador de Buena Voluntad de Naciones Unidas por lo que sostuvo una entrevista con Ban Ki Moon durante su estancia en Nueva York.
Eusebio no combate molinos, ni monta caballos cansados ni deambula por los páramos y menos se arriesga a rescatar una doncella. El historiador viaja en primera clase, ha recibido becas internacionales, visitado innumerables países y administra los fondos que aporta la UNESCO para la restauración del casco histórico de La Habana.
Eusebio no es luchador. Es un individuo que escogió el camino más fácil para realizar sus propósitos, decisión que no es mala salvo que se esté al servicio de una dictadura, su condición de intelectual orgánico de la nomenclatura le permite hacer el papel de policía bueno, pero de policía al fin. Su defensa de la dictadura no deja espacios a la duda y su compromiso de defender el modelo que promuevan los Castro, es firme.
Periodista de Radio Martí.

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