(2-7-13-5:10PM)
Por Aldo Rosado-Tuero
Dijo Sun Tzu, en "El Arte de la guerra", que "la mejor manera de derrotar al enemigo es debilitándolo desde adentro". Y tenía mucha razón. Hace varias décadas el ilustre periodista, historiador y patriota mexicano, mi amigo Don Salvador Borrego, me ilustró ampliamente sobre la técnica de la infiltración, para socavar y finalmente conquistar al mundo occidental y a la civivlización cristiana. Desde entonces he sido un abanderado de esa tesis y no me he cansado de denunciar las maniobras de los mundialistas para lograr debilitar y finalmente conquistar desde adentro a nuestras naciones, principalmente, a los Estados Unidos de Norteamérica.
Claro que mi lucha ha sido la de una hormiguita contra un gigantesco elefante; y hoy que todo el panorama luce cada día más lúgubre y el pesimismo se va apoderando de los luchadores, tengo al menos la (tal vez torpe) tranquilidad de caer con las botas puestas y no haber claudicado jamás.
Por eso a pesar de las derrotas que vienen sufriendo, una tras otra las fuerzas patrióticas, yo continúo en la senda del deber, trazada por tantos patriotas y camaradas caídos a lo largo de este largo y azaroso camino que nos ha tocado recorrer.
Se ha llegado a una etapa en que muchos de los que creíamos inasequibles al desaliento, comienzan a flaquear y muchos abandonan el campo de batalla y si no se ponen al lado del enemigo, por lo menos, no hacen nada que pueda dificultar la labor de los infiltrados, tal vez con la vana esperanza de que les perdonen sus pasada enemistad con ellos, sin percatarse que la historia nos enseña que el implacable enemigo no perdona.
Las pruebas de lo que decimos nos las facilitan a diario. Hoy el enemigo enquistado dentro de nuestro entorno, campea por sus respetos sin que los que aún poseen cierto grado de poder hagan nada por pararlos. Todo es complacencia, silencio cómplice y mirar para otro lado.
Hay una ofensiva gigantesca para anular el derecho constitucional a tener armas. El Ejecutivo está decidido a desarmarnos y encima de esto, está preguntando a los mandos militares si los soldados norteamericanos estarían dispuestos a disparar contra el pueblo, si hubiera que desarmarlo por las malas y todo hace indicar que se crean las condiciones para el uso de drones no tripulados contra la población civil; y no hay un solo político opositor que dé la voz de alarma ante semejante amenaza.
Y eso ocurre en el plano nacional, pero mucho más en el plano local, en que la infiltración castrista dentro del principal enclave del anticastrismo se da el gusto de ocupar cada vez más espacios, mientras se les niegan a los que siempre hemos combatido al enemigo con todas las armas y a cara descubierta.
Por solo poner un par de ejemplos, por ahora, porque vamos a seguir tocando a deguello, podemos citar como el Teatro del Municipio de Miami, que lleva el nombre de nada menos que de Manuel Artime, el jefe civil de la Brigada 2506 y combatiente incansable contra la tiranía castrista, es usado por cuanto artista castrista llega a Miami.
Igual ocurre con el llamado Festival de Cine de Miami. Donde no se exhiben ni películas ni documentales realizados en esta ciudad; y sus representantes tienen el descaro de decir que ciertos documentales históricos y patrióticos no se pueden llevar a dicho festival, porque son políticos, sin siquiera haber visto el documental o leido una sipnosis del mismo.
La historia se repite y no se aprende de las lecciones de la historia. Hoy está ocurriendo en Miami lo mismo que sucedió en la Cuba del 1959 al 1962: Mientras iban "siquitrillando" a unos, los demás, callaban y contemporizaban, en la idiota esperanza de que a ellos, por estar "tranquilos" y "no meterse en nada", no les iban a "siquitrillar". Bien lo dijo mi tocayo Aldo Baroni: "Cuba, país de poca memoria".
De lo que apuntamos aquí tenemos pruebas y vamos a seguir poniendo el dedo en el renglón, pues para nosotros, como gatos arrinconadas contra la pared, no queda otra alternativa que arañar, morder y maullar.
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