Siempre lo he dicho, para entender a la izquierda, hay que verlos, leerlos, escucharlos al revez. No importa el idioma ni el pais. Una buena pista nos da este articulo de Credo Chile..
El Silencio de la suegra.
Quien se tome la molestia de leer el programa de Gobierno de la Nueva Mayoría, (son pocos los que han tenido la curiosidad de hacerlo), encontrarán que la palabra que más se repite en su texto es “igualdad”.
A su vez, quien observe el primer año de gobierno de la nueva Mayoría verá también que todas las profundas reformas introducidas (tributarias, educacionales, laborales) están inspiradas en el mismo concepto de igualdad. El propio proyecto de aborto se inspira en la igualdad. Fue lo que afirmó, sin desdecirse, la ex Ministra de salud Sra. Molina.
Y quien haya tenido la paciencia de escuchar los discursos de la Presidenta Bachelet no dudará en afirmar que su frase preferida es, “alcanzar la igualdad entre los chilenos y chilenas”.
Entonces, ¿cómo entender la actitud sumisa de todo el Gobierno de la Nueva Mayoría, del PS y de la propia Presidenta ante el “lucrativo negocio” del ex director de la Dirección socio-cultural de la Presidencia, el Sr. Dávalos Bachelet?
¿Cómo entender que el portavoz gubernamental haya declaro que era simplemente “un acuerdo entre privados”. O, que el Presidente del PS, partido en el cual milita el hijo de la Presidenta, declare: “Queda nítido que la Presidenta en esto no tiene nada que ver y cualquier cosa que se insinúe al respecto es una canallada”?
Distingamos. Es claro que aquí no hubo una estafa al erario público; sin embargo, hubo un acto que en cierto sentido es peor que un delito: fue un engaño a la confianza pública y una burda contradicción con todo lo predicado y realizado en el primer año de gobierno.
El Sr. Dávalos demostró -de la peor forma posible- que no somos todos iguales, y que se aferra con dientes y uñas al lucro de la operación.
En verdad, la igualdad es una utopía de siempre de los socialistas, pero una utopía que muchas veces sólo queda en los escritos y en los discursos, y que, cuando se trata del bolsillo propio, rápidamente se olvida y se esfuma.
En principio, no hay nada de malo en hacer un buen negocio y enriquecer a su familia, dejando asegurada la situación de sus descendientes. Es lo que naturalmente todos los chilenos anhelamos. El problema está en que para ello se aproveche de la situación familiar de hijo de la Presidenta y que al mismo tiempo, uno y otra, hablen contra el lucro.
Hay en todo esto una profunda contradicción -hasta ahora no explicada- por nadie de la Nueva Mayoría.
Y esta contradicción no será aclarada, pues, para entenderla, el Gobierno tendría que reconocer dos cosas que están en las antípodas de su ideología socialista; que naturalmente no somos todos iguales, y que el lucro, cuando es fruto del honesto esfuerzo individual o familiar, siempre es un recto y natural estímulo para el progreso de las personas, de las familias y de la sociedad en su conjunto.
De ahí el hermético silencio de la suegra de la Sra. Natalia Compagnon de Dávalos.
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