Ultima Hora! La organizacion Judicial Watch descubre que el expresidente Barak Obama se llevo los documentos de la Agencia de Seguridad Nacional para su Biblioteca. El Presidente es el unico que puede pedirle los documentos a Obama, de lo contrario el sistema de obtencion de los documentos a travez del Freedom of Information Act (FOIA) pueden demorarse hasta 7 años...
La verdad es la idea, decia Platón. Aristotele afirmaba que era la forma que se halla oculta tras el velo de la apariencia. Por Cuba y Para Cuba busca solamente la libertad en la palabra, no la libertad de palabras donde la ocultan los sofistas y, como no, los filosofos del infinito. La verdad se divide, se multiplica y se suma ella misma.
Tuesday, June 20, 2017
Cronica del indio Hatuey: Emilio Bacardi
Cronica del indio Hatuey segun el libro "Cronicas de Santiago de Cuba", de Emilio Bacardi:
Velázquez pasó á Cuba en cumplimiento de
órdenes de Diego Colón, residente en Santo
Domingo (Haití), nombrado por los Reyes de
España Gobernador general de las Indias.
Ordenó la conquista de la isla deCuba. teme-
roso de que viniesen órdenes de España se-
parándola de su mando.
Confió Diego Colón á Velázquez la orden de
conquistar la isla deCuba y de edificar una
población: ésta fué Baracoa.
Salió Velázquez de Santo Domingo con cuatro
embarcaciones, llegando con felicidad á Cu-
ba, desembarcando en la extremidad Oriental.
Por aquellos contornos existía el cacique de
Guajabá, Hatuey, que sustrayéndose á la ti-
ranía de los europeos, con un número de sus
subditos, había pasado á Cuba, constituyen-
do un pequeño Estado en el cual reinaba pa-
cificamente.
Tan pronto como Hatuey se cercioró de la
llegada de los españoles, reunió á los suyos y
á los indios deCuba, sus convecinos, excitán-
dolos á la rebelión.
órdenes de Diego Colón, residente en Santo
Domingo (Haití), nombrado por los Reyes de
España Gobernador general de las Indias.
Ordenó la conquista de la isla deCuba. teme-
roso de que viniesen órdenes de España se-
parándola de su mando.
Confió Diego Colón á Velázquez la orden de
conquistar la isla deCuba y de edificar una
población: ésta fué Baracoa.
Salió Velázquez de Santo Domingo con cuatro
embarcaciones, llegando con felicidad á Cu-
ba, desembarcando en la extremidad Oriental.
Por aquellos contornos existía el cacique de
Guajabá, Hatuey, que sustrayéndose á la ti-
ranía de los europeos, con un número de sus
subditos, había pasado á Cuba, constituyen-
do un pequeño Estado en el cual reinaba pa-
cificamente.
Tan pronto como Hatuey se cercioró de la
llegada de los españoles, reunió á los suyos y
á los indios deCuba, sus convecinos, excitán-
dolos á la rebelión.
Entre otras cosas se dice que les dijo: «que
nada lograrían si no obtenían la protección
del Dios de los extranjeros, «Dios Todopode-
roso», y por el cual eran ellos capaces de
emprender lo imposible».
«Aquí lo tenéis—les dijo enseñándoles un pe-
queño cesto de oro,—aquí tenéis á ese Dios
por el cual no descansan. Obtengamos su
protección celebrando una fiesta en su ho-
nor».
La fiesta duró toda una noche. Al día si-
guiente les dijo Hatuey que no había segu-
ridad para ellos en tanto estuviese en la isla
el Dios de los extranjeros. «Lo ocultaríamos
en vano; si lo tragamos, nos abrirán el vien-
tre para encontrarlo en nuestras entrañas.
No conozco más que un lugar en donde depo-
sitarlo con seguridad: el fondo del mar. Qui-
zás se nos deje tranquilos sabiendo que ya su
Dios no está en nuestra tierra»; y el cesto,
con su oro, fué arrojado á las olas.
No se salvaron por esto los indios; lucharon,
combatieron, fueron derrotados y persegui-
dos sin tregua, hasta dar con Hatuey que
fué hecho prisionero.
Velázquez, con espíritu de crueldad, conde-
nó al héroe—el primer mártir cubano—al su-
plicio del fuego. Dicen las crónicas que, ata-
do al poste y con las llamas lamiendo sus
carnes, un fraile trató de convertirlo hablán-
dole del infierno y del paraíso.— «En el lugar
de delicias de que me hablas, ¿hay cristia-
nos?—le preguntó el cacique.—Sí los hay—
respondió el fraile;—pero allá sólo van los
buenos.—A lo que agregó Hatuey:—El mejor
no vale nada, y no quiero ir á un lugar en
donde me halle expuesto á encontrar uno
solo». La ejecución tuvo lugar en Yara, tie-
rras de Baracoa.
nada lograrían si no obtenían la protección
del Dios de los extranjeros, «Dios Todopode-
roso», y por el cual eran ellos capaces de
emprender lo imposible».
«Aquí lo tenéis—les dijo enseñándoles un pe-
queño cesto de oro,—aquí tenéis á ese Dios
por el cual no descansan. Obtengamos su
protección celebrando una fiesta en su ho-
nor».
La fiesta duró toda una noche. Al día si-
guiente les dijo Hatuey que no había segu-
ridad para ellos en tanto estuviese en la isla
el Dios de los extranjeros. «Lo ocultaríamos
en vano; si lo tragamos, nos abrirán el vien-
tre para encontrarlo en nuestras entrañas.
No conozco más que un lugar en donde depo-
sitarlo con seguridad: el fondo del mar. Qui-
zás se nos deje tranquilos sabiendo que ya su
Dios no está en nuestra tierra»; y el cesto,
con su oro, fué arrojado á las olas.
No se salvaron por esto los indios; lucharon,
combatieron, fueron derrotados y persegui-
dos sin tregua, hasta dar con Hatuey que
fué hecho prisionero.
Velázquez, con espíritu de crueldad, conde-
nó al héroe—el primer mártir cubano—al su-
plicio del fuego. Dicen las crónicas que, ata-
do al poste y con las llamas lamiendo sus
carnes, un fraile trató de convertirlo hablán-
dole del infierno y del paraíso.— «En el lugar
de delicias de que me hablas, ¿hay cristia-
nos?—le preguntó el cacique.—Sí los hay—
respondió el fraile;—pero allá sólo van los
buenos.—A lo que agregó Hatuey:—El mejor
no vale nada, y no quiero ir á un lugar en
donde me halle expuesto á encontrar uno
solo». La ejecución tuvo lugar en Yara, tie-
rras de Baracoa.
Cronicas de Santiago de Cuba, de Emilio Bacardi
Del libro, Cronicas de Santiago de Cuba, de Emilio Bacardi.
"En Cuba se almorzaba á las ocho, se comía de doce á una y se cenaba á las nueve. Des-
pués de comer se cerraban las puertas y se dormía la siesta."
VIDA.TIENDAS.INVASIÓN.
Níspero. La calle de San Juan Nepomueeno, entreTrinidad y Habana, era la del Níspero, por
* un frondoso níspero que se hallaba en medio de la calle. Fué calle de mujeres de mal
vivir.
Muelle nuevo. La esquina del Muelle Nuevo era la actual calle de Maceo, esquina á Cristina, cubierta
Muelle nuevo. La esquina del Muelle Nuevo era la actual calle de Maceo, esquina á Cristina, cubierta
por el mar, y había mangles desde este punto hasta el arroyo Yarayó.
Santa marta. La plaza de la Libertad, fué de Santa Marta, y por corrupción después de Marte.
Aguadores. La vereda de Aguadores en la actual calle de San Tadeo, nombre dado por D. Tadeo de
las Cuevas, cuya casa de campo es la misma que existe hoy, frente al templo de Dolores,
y entonces era la loma frente á la ermita de Santa Ana (lugar de Dolores hoy). Por esa
vereda se iba por agua á los ríos. El mar formaba un brazo de agua que entraba por la calle de la Palma (después San Basilio) y la de la Catedral (hoy Heredia), llegando hasta la poterna de la fortaleza de Velázquez (San Juan Nepomuceno), San Basilio
y callejón de Manga Chupa.
La calle del Jagüey fué también de San José, estando cerrada por una casa que fué derri-
bada para su prolongación hasta el mar. Se llamó calle Nueva á la actual de la Trini-
dad.
La calle del Gallo se llamó Grand Rué por los franceses emigrados de Haití; asi como se
llamó El Lafayette á la casa (destruida) situada en San Antonio, esquina ¿Matadero Viejo.
Era un puerto de Haití ó Santo Domingo á donde llegó el general español Gálvez, con
la expedición salida de la Habana.
En 1710 estuvo temblando durante cerca de un raes, sin novedad alguna.
En 1776 publicó el Padre Serrano un poema sobre el terremoto de 1766, impreso en Mé-
jico.
En Cuba se almorzaba á las ocho, se comía de doce á una y se cenaba á las nueve. Des-
pués de comer se cerraban las puertas y se dormía la siesta.
Las tiendas de pulperías tenían el mostrador en la puerta y había que comprar desde la
calle. Aprovechando la consternación de los terremotos (1766), el jefe francés de Haití, Poban-
cas Cori, envió una expedición de mil hombres á las órdenes del general Tanquemai.
Desembarcó en el surgidero de Juraguá,...
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