BOLSHEVIKISMO TROPICAL

Un escrito del periodista Antonio Irazoiz en 1919. Oigan eso!, como decia Tres Patines y estaba super claro.

La teoría de Darwin, sobre la descendencia
del hombre de los monos antropomorfos, pudie-
ra en Cuba demostrarse con plena facilidad.
Ningún otro en el orbe, como el cubano, ofrece
tal desarrollo en el instinto simiesco de la imi-
tación.
El cubano adapta e imita con asombrosa cele-
ridad. Y como ahora el bolshevismo está de mo-
da, es lo que priva, llama la atención con mayor
poder, el cubano se siente bolshevista.
Las huelgas lo traen loco. Y supone que como
consecuencia de cualquiera de los paros generales
que se preparan, escale el poder algún Lenine
siboney y se convierta el Congreso en un Soviet.
¡ Falso concepto de los movimientos obreros,
que no entrañan felizmente problemas políticos!
Las ideas anárquicas rusas, que tienen que ser
muy calientes para inflamar un ruso—hombre
frío de tierra fría—en la calenturienta imagina-
ción tropical, producen efectos desastrosos. Y
eso de que el populacho, sea el que mande, el
que fusile, el que coma y el que no trabaje, lo
euagena; lo lleva a la demencia.
Hay que oirlos para gozar:
—¡Abajo los burgueses! (gritan, como si en
-esta islita del Mar Caribe todos los cubanos
no fuéramos burgueses de mayor o menor
cuantía).
—¡Abajo la propiedad! La propiedad es un
robo. Los ricos son unos ladrones. Hay que
robarle a los ricos y despojarlos de todo lo que
tienen. Vamos a repartirnos entre los proleta-
rios los chalets del Vedado, los comercios de la
calle de la Muralla, los automóviles del Munici-
pio, los caballos de las carreras, las mesillas del
mercado libre y las butifarras que venden Rafael
Conte y Víctor Muñoz en el Jai-Alai. Vamos
a repartírnoslo todo, ¡ que todo es de nosotros!
Y no sabemos si los bolshevistas tropicales
querrán también cumplir la teoría de sus herma-
nos de Rusia sobre las mujeres. Nos parece un
poco difícil que acepten sea la mujer '' propiedad
del procomún''; porque nadie ignora que los que
han visto la luz primera en esta hermosa tierra
del guarapo y de la piña, son "celosones" y no
llevan "buche" en eso de ceder la "carne".
(Para entendernos esta expresión es preciso
haber estudiado lexicografía y filología con el
doctor Wampampiro en el solar "El plátano
verde").
Pero no hay que alarmarse por estas conmocio-
síes sociológicas del'' cubiche''. Esto pasa, como
lian pasado otras cosas que parecían muy gra-
ves, y acaban en un danzón.
No es más que el afán imitativo: el propósito
de estar siempre a la moda y con la última pala-
Tara de los acontecimientos mundiales.
En tiempos de la colonia, por ejemplo, la
mayoría de los criollos del subsuelo se encanta-
ban con ir detrás de los batallones españoles
¡dándoles vivas a Polavieja y a Weyler.
Cuando la intervención, se sintieron yanqui y
quisieron hablar inglés.
Vino la República y el que más y el que menos
había mandado quinina a los insurrectos.
Luego con la guerrita de Agosto se odió a D.
Tomás y a los rabos de los caballos sin muchas
averiguaciones.
Y con la desventura de Febrero, a pesar de
que no ganó, como tenía una musiquita alegre,
la de la Chambelona, canta la Chambelona como
si fuera una Marsellesa...
Ahora es el bolshevismo: le ha dado por ahí;
-conoce esas funestas teorías por los cablegramas;
y eso le basta. No sabe que el bolshevismo es
una mancha eterna y peligrosa sobre las revolu-
ciones populares; pero como mataron al Czar,
levantaron la bandera roja y les quitaron las
propiedades a sus legítimos dueños, entiende
■que es un régimen magnífico.
I Curiosa psicología criolla!
Siempre en este país una minoría—una mino-
ría consciente, culta y digna—es la que ha hecho
las pocas obras buenas de los cubanos.
Una minoría fué la que comenzó y sostuvo
nuestras rebeldías contra España.
Una minoría es la que en la paz se da cuenta
de los asuntos nacionales y procura encauzar-
los por senderos convenientes.
Probablemente será ahora una minoría la que
no se haya sugestionado por el bolshevismo ruso.
Poder de la imitación es el carácter sensiblero,
apasionado, ligerísimo, voluble, del cubano.